Ganancias, canje de deuda, fondos buitre y G-20

Con gran mayoría (139 a 91), Diputados dio media sanción a las modificaciones al Impuesto a las Ganancias, orientadas a eliminar exenciones sobre el resultado de la compraventa de títulos valores, acciones y participaciones en empresas, que no cotizan en Bolsa, operaciones que tributarán un gravamen del 15 por ciento. También se derogó la exención instaurada en 1991 al resultado de la compraventa de títulos valores para los residentes del exterior, una típica medida heredada del período neoliberal, que otorgaba un beneficio diferencial a inversores externos en detrimento de los nacionales. También apunta en la dirección correcta el gravamen del 10% sobre los dividendos distribuidos; pensando a futuro, sería interesante una reforma impositiva integral en la cual la imposición no recaiga en las empresas, sino sobre los accionistas y las personas físicas. Al no gravar las operaciones de compraventa de títulos y acciones de empresas que cotizan en Bolsa, la modificación votada intenta favorecer la canalización del movimiento económico hacia los mercados de capitales, buscando fortalecerlos en línea con la nueva ley (26.831) que los regula.

Se espera que la recaudación por la eliminación de estas exenciones genere cerca de la mitad de la disminución de ingresos resultante de la elevación del piso de Ganancias a $ 15 mil y el aumento de las deducciones para aquellos que ganan hasta $ 25 mil mensuales.
Cabe destacar que estas modificaciones otorgan mayor progresividad al impuesto, y son coincidentes con la evolución de la recaudación fiscal durante los últimos años. Analizando las cifras en perspectiva, en el año 1997, en pleno auge del modelo neoliberal, la recaudación proveniente de impuestos directos (sobre las ganancias y el patrimonio) y del comercio exterior representaba el 23% del total, y en 2012 llegó al 40%; como contrapartida, el peso de los impuestos que gravan el consumo popular se vio disminuido.
No intento indicar que tengamos un régimen tributario ideal, todavía falta mucho para alcanzar un sistema con una estructura y progresividad deseables, pero los datos comentados dan cuenta de un cambio interesante que va en la dirección correcta.
EL CANJE. La reapertura del canje de deuda ha sido aprobada con una mayoría aplastante en el Senado de la Nación, con 57 votos a favor, ocho en contra y una abstención, lo que indica el amplio apoyo que ha tenido la iniciativa del Poder Ejecutivo, que pasó a discutirse en Diputados. El texto votado suspende la denominada ley cerrojo, que impide la reapertura de los canjes “hasta tanto el Congreso de la Nación declare terminado el proceso de reestructuración de los títulos”. Esta es una clara evidencia de la voluntad de la Argentina para acordar, dentro de los límites soberanos, un pago justo a los bonistas que no entraron al canje, decisión que debería ser positivamente considerada por la Corte Suprema de los Estados Unidos.
En un reciente artículo que lleva por título “La victoria de los buitres”, el reconocido economista Joseph Stiglitz analizó la situación judicial de nuestro país en Nueva York y consideró “tendencioso el fallo del tribunal de Estados Unidos y económicamente peligroso” puesto que “al menos, hace inviables todas las reestructuraciones de deuda en los contratos estándar”. Para Stiglitz, este fallo muestra por qué se necesita un sistema mundial de reestructuraciones de deuda sin dilación.
Esta noticia ha sido difundida en varios medios, pero hay una parte del artículo de Stiglitz que me interesa mencionar especialmente. Comenta el premio Nobel que “los países pobres se encuentran generalmente ante una situación desventajosa al negociar con los grandes prestamistas multinacionales, que comúnmente son respaldados por los poderosos gobiernos de sus países de origen. Los países deudores son a menudo exprimidos tan fuertemente por sus compromisos de pago que luego de algunos años vuelven a caer en bancarrota. Los economistas aplaudieron el intento argentino de evitar este resultado a través de una profunda reestructuración acompañada por los bonos ligados al PIB. Pero unos pocos fondos ‘buitre’ –destacándose negativamente el fondo Elliott Management, dirigido por el mil millonario Paul E. Singer– encontraron una oportunidad en el esfuerzo argentino para obtener grandes ganancias a costa de la población argentina”. A renglón seguido, concluye que “los fondos buitre han elevado la codicia a un nuevo nivel”. Otra reflexión interesante de Stiglitz establece que “en tiempos de crisis, la culpa tiende a recaer sobre los deudores”, alegando que pidieron demasiado. “Pero los acreedores son igualmente culpables, prestaron demasiado de manera imprudente. De hecho, se supone que los prestamistas son expertos en el manejo y la estimación del riesgo, y en este sentido, la carga debería recaer sobre ellos.” Una frase que pone en evidencia la parcialidad de muchos economistas que sostienen que hay que honrar las deudas no importa a qué costo; el concepto también sirve perfectamente para desarmar la amañada idea del candidato Lousteau, comentada en la columna del domingo pasado, sobre que “la deuda no es intrínsecamente buena o mala”.
El artículo de Stiglitz también sirve para dar marco a las declaraciones de la presidenta Cristina Fernández en el G-20, quien también mencionó el citado artículo del Nobel. La presidenta destacó la necesidad “de una regulación global en materia de reestructuración de deuda soberana”, así como del movimiento de capitales.
El G-20 se creó hace cinco años, y las posiciones han variado. En ese aspecto, Cristina indicó que “hoy figura un no a la flexibilización laboral como condenatorio de cualquier política que permita aumentar la actividad económica”. También destacó la presencia del titular de la OIT, Guy Ryder, como un logro muy importante, que marca el cambio de rumbo en los últimos años. Ryder comentó en un artículo reciente que “hasta que no reconozcamos que las políticas que frenan la demanda de las familias trabajadoras, de las pequeñas y medianas empresas y de los gobiernos es una combinación de políticas equivocada, cualquier recuperación económica será efímera” (Ámbito Financiero, 06/09/13).
En el documento final del G-20, los líderes proponen fortalecer el crecimiento y la creación de trabajos como la principal prioridad, se comprometen a tomar acciones decisivas para retornar a un sendero de crecimiento balanceado, fuerte, sostenible y de pleno empleo, y aconsejan evitar políticas que pudieran causar que la recuperación o el crecimiento se realice a expensas de otros países. En este último punto, creo que la participación de los países en desarrollo ha sido decisiva, dado que son generalmente los afectados.
La declaración también se enfoca en los temas de la evasión impositiva y cómo enfrentarla, detallando los problemas que causa para la recuperación de los países. Se hace explícita mención a los riesgos impuestos por las “guaridas fiscales” (cambio de denominación que viene sugiriendo el gobierno argentino para remplazar el habitual de “paraísos fiscales”), y la necesidad de incrementar la cooperación contra los crímenes fiscales.
Si bien el G-20 no aceptó la inclusión de la problemática de los fondos buitre, una noticia alentadora es el documento del Foro de los Jóvenes de todos los países que integran el G-20 que insta a los líderes a incluir el tema de los fondos buitre, condenándolos por impedir la reestructuración de las deudas externas. La evaluación de la cumbre puede resumirse en las palabras de la presidenta Cristina Fernández, en la conferencia de prensa con todos los medios argentinos que dio en San Petersburgo, donde expresó que “fue el G-20 más intenso que se haya vivido hasta ahora” para luego aclarar: “nos sentimos muy reflejados con el diagnóstico que se hizo esta vez. Hemos avanzado mucho. El documento final tiene cambios sustanciales respecto de otras etapas del G-20”. La reunión de San Petersburgo fue un evento que mostró, una vez más, la activa participación argentina en los foros internacionales.
Artículo publicado en el diario Tiempo Argentino el domingo 8 de septiembre de 2013.

3 comentarios

  1. Ricardo Gagliardi dice:

    Estimado Carlos:
    celebro los cambios en el régimen de ganancias. Van en la dirección largamente esperada. Lástima que las enajenaciones de grandes empresas (casa tía, loma negra, frigoríficos, la ex Acindar, y tantos etc) han quedado exentas de tributar por ganancias. El fisco contaría con muchos miles de millones de pesos si este cambio se hubiera hecho hace diez años (y ni hablar si hubiese sido en los 90).
    Es de lamentar que se haya esperado a un resultado electoral adverso que pone en jaque la continuidad del modelo.
    Como es de lamentar que la gestión Kirchner-Cristina haya dado continuidad a las polìticas educativas heredadas de los 90 (vaciamiento de contenidos en la educación media y técnica, trastocamiento del sistema de formación docente y en particular la eliminación de los títulos docentes de artística de nivel medio que habían llenado una sentida necesidad en varios aspectos de suma importancia, continuidad con las polìticas de subsidio creciente a la educación privada, y tantos otros etcéteras).
    Por otro lado, no acuerdo con la polìtica de ‘desendeudamiento’ ya que para lo ùnico que sirve es para continuar con la sangrìa de divisas imprescindibles para reactivar la producción en escala nacional de la ahora reestatizada YPF.
    Lamentablemente los vaivenes de este partido hegemónico que es el justicialismo nos deja inermes frente al movimiento pendular de la historia.

  2. Excelente nota,muy clara para quien no posee fomación en economNecesitaría conocer bibliografía adecuada para mejorar mi escaso conocimiento en la materia.Muchas gracias.

  3. Un país productivo genera trabajo. Y el trabajo se logra con políticas económicas orientadas en el mismo sentido. La especulación genera inflación y por consiguiente pérdida del valor monetario.Por unas cuantas decadas mas .Saludo compañero ,no se olvide de la ley de entidades financieras

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