Ajuste o inclusión

Tiempo Argentino | Opinión
Por Carlos Heller

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Varios periódicos europeos de difusión masiva, incluido alguno alemán, hablaron de «crueldad» al referirse a las condiciones impuestas a Grecia por la Troika y criticaron la actitud de los principales funcionarios alemanes, que negaron que el pueblo griego haya sido humillado con el acuerdo alcanzado durante la madrugada del último lunes.
Son varias las razones que confirman que el objetivo de las exigencias, más que sanear las finanzas o la economía griega, es escarmentar a la población que se ha pronunciado democráticamente contra los ajustes impuestos por Europa.
El Banco Central Europeo ha sido el principal ariete del Viejo Continente contra Grecia: con el congelamiento de los fondos de liquidez a los bancos helenos, no había otra salida eficaz que imponer el corralito. La vuelta a cierta normalidad exige una fuerte inyección de fondos, esos 7000 millones de euros de liquidez que acaban de concederle –un vuelto para Europa- y que se han cobrado muy caro.
En un acuerdo tan amplio, la inclusión de exigencias tan puntuales como la apertura del comercio los domingos, o la mejora de la competencia de las panaderías, parece irrisoria pero tiene una fuerte actitud de sometimiento: avanzar no sólo sobre lo económico, sino también sobre las costumbres.
Este acuerdo desnuda las exigencias de los organismos internacionales, en este caso específico de la Troika, que siempre fueron vestidas discretamente para que pasaran desapercibidas. Una de ellas ratifica que la deuda externa es una herramienta excepcional para hacerse de los activos estatales. La creación de un fondo fiduciario de 50 mil millones de euros que se alimenta con los activos de las privatizaciones, controlado estrictamente por la Troika, pone blanco sobre negro dicha intención.
La otra exigencia debemos tomarla con especial atención: un párrafo de los requerimientos entregados a Grecia expresa: «Para normalizar los métodos de trabajo con las instituciones (léase la Troika), el gobierno deberá consultar y acordar con las mismas todos los borradores sobre decisiones de Estado en áreas relevantes con un tiempo adecuado de antelación antes de someterlas a consulta pública o al Parlamento.» Un avasallamiento de las funciones legislativas y un control político total.
En varias oportunidades he comentado que tenía la certeza, aunque no poseía documentos probatorios, que antes de cancelar la deuda con el FMI, y cuando este organismo imponía la supervisión sobre la economía argentina, los datos del Presupuesto pasaban primero por la aprobación del Fondo, y luego el Poder Ejecutivo los remitía al Parlamento.
La «confesión de parte» hecha por la Troika fortalece el argumento mencionado y evidencia los riesgos ciertos que tendría para nuestro país «volver» al FMI.
En otro frente, se conocieron declaraciones de Paul Singer, quien intentó menoscabar la importancia de la Fragata Libertad y disimular así el rotundo fracaso que significó su intento de embargo. Pero lo más significativo es que las referidas declaraciones fueron realizadas en un seminario auspiciado por el Deutsche Bank, el banco que se quejó ante Thomas Griesa por el «acoso» que sufre por parte de los fondos buitre. Todo un ejemplo de cómo se imbrican los intereses de los grandes bancos con estos buitres.
No escapamos al tema que tratamos al considerar las declaraciones de Mauricio Macri: «La Argentina que yo propongo y sueño es aquella en la que cada argentino se pueda expresar libremente; no va a haber cepo porque no va a ser importante la compra de dólares, porque vamos a tener una moneda sana sin inflación», indicando que gran parte de estos objetivos se alcanzarían el 10 de diciembre de este año (en el caso que fuera electo presidente). Esta proposición implica un fuerte shock de ajuste, aunque Macri lo omita.
Su principal herramienta para obtener semejantes logros es la confianza; pero ¿de qué confianza nos habla? Nos vuelve a remitir a las políticas del FMI: el ajuste para lograr la confianza, incrementar el endeudamiento y de esa forma revitalizar la economía. Receta que ya hemos sufrido y podemos certificar que no funciona, así como también lo puede demostrar la experiencia griega, entre otras tantas.
Las cuestiones descritas nos tienen que llevar a reflexionar sobre aquellos candidatos que proponen «volver a reinsertar a Argentina en el mundo, y ‘volver’ al FMI». Ese orbe al que pretenden volver es el de la Troika y las relaciones carnales con Estados Unidos, el del pago a los buitres, un mundo en el cual las grandes potencias intentan sojuzgar a los díscolos y absorber sus recursos naturales y su patrimonio cultural.

La otra forma: El buen vivir
La inauguración del monumento a Juana Azurduy, generala del Ejército Argentino, nos muestra el mundo con el que más estamos conectados, el latinoamericano, donde varios países se rigen por parámetros opuestos a los de los países centrales.
El presidente boliviano, Evo Morales, dio una clara definición de su estilo de conducción: «Cuando uno trabaja por el pueblo, ese pueblo acompaña», para luego agregar: «Estas relaciones fortalecen mucho más, estamos trabajando cómo solidificar lo que tenemos.»
Respecto a la integración, Evo señaló: «No puedo olvidar el apoyo de mi hermano presidente Néstor Kirchner», para comentar una comunicación que tuvo con el ex presidente, quien le ofreció ayuda: «Si los demás países no quieren invertir, nosotros vamos a invertir en Bolivia.»
Sobre este tema, Cristina Fernández subrayó que en América del Sur hay un proceso de «descolonización», con proyectos políticos «de inclusión social, económica y política».También citó informes de la CEPAL y el Banco Mundial, según los cuales «Argentina fue el país que más clase media ha producido en los últimos 12 años», para agregar que esos niveles de inclusión no sólo benefician a los sectores más bajos, sino a toda la sociedad en general. Este nuevo estilo de integración se fortaleció el pasado viernes, con el ingreso del Estado Plurinacional de Bolivia como miembro pleno del Mercosur.
Siguen resonando las palabras de Francisco en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. «La primera tarea es poner la economía al servicio de los Pueblos: Los seres humanos y la naturaleza no deben estar al servicio del dinero. Digamos NO a una economía de exclusión e inequidad donde el dinero reina en lugar de servir. Esa economía mata. Esa economía excluye. Esa economía destruye la Madre Tierra», sostuvo el Papa.
Francisco avanza aún más: «digámoslo sin miedo: queremos un cambio, un cambio real, un cambio de estructuras. Este sistema ya no se aguanta». Propone entonces «una economía donde el ser humano en armonía con la naturaleza estructura todo el sistema de producción y distribución para que las capacidades y las necesidades de cada uno encuentren un cauce adecuado en el ser social». «Ustedes, y también otros pueblos, resumen este anhelo de una manera simple y bella: «vivir bien», que no es lo mismo que «pasarla bien»», subrayó.
En las palabras de Francisco pueden resumirse las dos formas de encarar los procesos económicos y sociales. La del capitalismo a ultranza y la dependencia, encarnado en las exigencias de la Troika y especialmente del Fondo, que anhelan la mayoría de los precandidatos opositores en nuestro país. O aquella de la inclusión social, que distribuye equitativamente el ingreso, que rechaza el colonialismo y que trabaja con el pueblo, tal como se viene desarrollando en varios países de Nuestra América, y, especialmente, en nuestro país desde 2003. Esto y no otra cosa es lo que estará en juego en las elecciones de octubre. «

Artículo publicado en el diario Tiempo Argentino el domingo 19 de Julio de 2015

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