Ajustar no es inevitable Carlos Heller

Tiempo Argentino | Opinión

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Hasta el mes de octubre la economía se venía recuperando, no sin dificultades, a partir de las importantes medidas contracíclicas tomadas por el gobierno nacional. La supuesta «crisis» heredada no es tal. Sólo es una excusa para justificar los altos costos sociales que generarán las políticas que se avecinan.

Los datos son contundentes: el Estimador Mensual de la Actividad Económica (anticipador del PBI) subió un 2,8% durante septiembre, el undécimo mes consecutivo con incrementos. El consumo habría sido el principal impulsor de esta tendencia al registrar una variación positiva superior al 3 por ciento. La industria, que venía cayendo, y aún sin una tendencia definida debido al impacto del sector automotor, mostró un aumento del 0,1% en los diez primeros meses de 2015. La construcción sigue evolucionando favorablemente, con un incremento para octubre del 4% interanual, completando 13 meses consecutivos de mejora. La tasa de desempleo durante el tercer trimestre fue del 5,8%, la menor en 28 años, gracias a un aumento del 3,1% interanual en el empleo, el mayor incremento desde 2007.
Si bien existen tensiones sobre las reservas y el tipo de cambio, y problemas puntuales en las economías regionales, se puede decir que se traspasa al nuevo gobierno una economía con altos niveles de producción y de empleo, con un importante poder adquisitivo de la población.
Siempre está presente el tema de la restricción externa, que ha sido una cuestión estructural histórica en nuestro país, pero que resulta manejable, en especial con las perspectivas de producción de la próxima cosecha, que estarían igualando el récord histórico de la pasada campaña 2014/2015 y las previsibles liquidaciones de buena parte de los stocks retenidos que se estiman en U$S 11 mil millones.
Si bien el déficit fiscal ha venido creciendo como contracara de las políticas de fomento, se ubica en niveles aceptables, en especial si se tiene en cuenta el bajísimo endeudamiento del gobierno nacional en moneda extranjera, una joya valiosísima.
Es cierto que se presenta un entorno internacional difícil, que es el desafío que enfrenta la mayoría de las economías del mundo, en especial los países en desarrollo. Sin embargo, hay márgenes amplios para afrontar estos retos, de forma tal que las correcciones no impliquen un ajuste que recaiga sobre el consumo de la población, en especial el de los sectores de menores recursos, y sobre la producción de las pymes. Una salida factible, pero que no parece viable con una devaluación como la que está anticipando el futuro gobierno.

Recibiendo al capital
Los alineamientos del futuro gobierno ya comienzan a ser explícitos, sin tiempo alguno que perder. El canciller de España, José Manuel García Margallo, destacó que las relaciones entre Mauricio Macri y Mariano Rajoy «son entrañables» y que los vínculos entre los países serán «realmente espectaculares». Comentó además que en la entrevista con Macri se trataron «los temas de intereses para las inversiones españolas en Argentina» y opinó que en la economía argentina hay que «abrir, diversificar y competir», el recetario ortodoxo que están aplicando en su país. Y así les va, con una desocupación total de más del 21%, que roza el 50% si se trata de menores de 25 años. Todo indica un nuevo desembarco de las empresas españolas en nuestro territorio, que probablemente vendrán a buscar las ganancias que no pueden obtener en su país de origen, expectantes por las facilidades que les otorgarían los acuerdos comerciales que protegen ampliamente las inversiones externas.
Quienes también están desembarcando son los empresarios estadounidenses. La Cámara de Comercio de EE UU decidió, aun antes del balotaje, una visita protocolar a nuestro país para marzo de 2016. Luego de conocido el resultado de las elecciones, la visita se transformó en un viaje de negocios, con una delegación de hasta 60 empresarios estadounidenses, de gran representatividad. Puede pensarse que estarán intensificando el lobby para incrementar los beneficios a obtener en nuestro país.
La prensa internacional, de conocida orientación neoliberal, está apoyando decididamente al futuro presidente argentino, y sus análisis permiten ampliar la caracterización del nuevo gobierno. The Economist publicó un artículo que lleva por título «El fin del populismo» para referirse a los resultados de las elecciones argentinas. Pero su copete desgaja una observación más que interesante: «La victoria de Mauricio Macri podría transformar el país y la región». Impactante sentencia.
The Economist sostiene que con Macri en la presidencia argentina, «el Mercosur será probablemente más abierto a los acuerdos con otras partes que lo que lo ha sido con los Kirchner». Indica también que Macri desea reparar las relaciones con los Estados Unidos y con los países europeos.
El artículo sostiene que, para el próximo gobierno, la llave para el aumento de las reservas es «un tipo de cambio más realista». Y evalúa que «en la victoria, Macri fue más cauto que como candidato. Los controles cambiarios serán levantados ‘una vez que la situación se normalice’.» Sería interesante saber qué significa para ellos «normalidad».

Siguen las definiciones
Las declaraciones del próximo ministro de Trabajo, Jorge Triaca (h), van desgranando las futuras políticas en ese ámbito. Triaca comentó: «Sabemos que venimos de un antecedente inflacionario, pero queremos que dentro de la paritaria esté la expectativa y la mirada hacia el futuro.» Preguntado por el periodista si piensan discutir los aumentos en base a la inflación futura, Triaca respondió: «Exactamente» (El Cronista, 4/12/15). También expresó que en el acuerdo social que están evaluando implementar «el tema central va a ser la productividad». Es una condición que preocupa, pues es bastante conocido que cada vez que se implementan acuerdos por productividad, terminan recortando los derechos de los trabajadores. Además, ante la posibilidad de un fuerte aumento de la inflación debido a la devaluación y a las reducciones de subsidios en las tarifas que se esperan (con aumentos de precios que ya se están evidenciando), acordar con la inflación futura podría significar consolidar gran parte de la pérdida del poder adquisitivo que muy probablemente se produzca hasta las paritarias. Eso se llama ajuste. Esta previsión se afirma a partir de la reunión de Hugo Moyano con Macri, de la cual relata La Nación (1/12/15): «Para el macrismo fue muy importante el compromiso asumido por el camionero de participar en un gran ‘acuerdo social’ que incluya un período sin protestas ni reclamos desmedidos.»
Finalmente, un dato sombrío es el recorte de 348 millones para el Hospital Garrahan votado por los legisladores del PRO y SUMA+ (bloque que responde a Martín Lousteau) en el Presupuesto de la Ciudad de Buenos Aires para 2016. Según el coordinador de Terapia Intensiva del hospital, Aldo Haimovich: «Lamentablemente, el bloque oficialista no ha mostrado ninguna intención de entender que este recorte es grave para el futuro de nuestro hospital» (Tiempo Argentino, 4/12/15). Preocupa esta conducta, y mucho más que se repita a nivel nacional.
El nuevo gobierno aún no se ha iniciado, pero ya se perfilan diversas políticas de corte neoliberal. Habrá que actuar firmemente en la defensa de la producción nacional y del poder adquisitivo de los trabajadores, cohesionando las fuerzas políticas y sociales que comulgan con estos objetivos. «

Artículo publicado en el diario Tiempo Argentino el domingo 5 de Diciembre de 2015.

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