Un espejo en donde mirarse

Nodal | Opinión

Por Carlos Heller

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La reciente visita del Presidente Mauricio Macri a España en búsqueda de un fenómeno escaso en el mundo como son las inversiones, representa una muestra cabal de la estrategia de inserción del gobierno argentino. El viaje dejó varias cuestiones para comentar.

El mandatario argentino le entregó al actual rey, Felipe VI, el Collar de la Orden del Libertador San Martín, una actitud protocolar, pero que hace recordar la línea que había trazado en los festejos por el Bicentenario de la Independencia Argentina, en julio pasado, cuando dijo: “(Los patriotas) deberían tener angustia de tomar la decisión, querido rey, de separarse de España”, dirigiéndose al emérito Juan Carlos.

Aunque no hace falta ir tan atrás. Si hay algo seguro es que el pueblo argentino no debe haber sentido mucha angustia cuando el anterior gobierno re-estatizó la aerolínea de bandera y la principal hidrocarburífera, YPF, empresas que fueron rematadas en los años noventa, y posteriormente vaciadas por los capitales privados españoles.

En este marco cobran más sentido las palabras del Presidente de España, Mariano Rajoy, respecto de que “tras unos años difíciles” los lazos “han recobrado su tradicional vigor (…). Se están dando pasos en la buena dirección y eso redundará, y ya está redundando, no sólo en el crédito exterior sino también en el futuro en las mejoras concretas para la gente”. La idea de un futuro venturoso es parte del discurso neoliberal, pero es una idea falsa, no sólo desde lo conceptual, sino por la contundencia de los datos que la refutan. En ese sentido no hay que perder de vista que los ciudadanos de menores recursos son los mayores perjudicados. De hecho desde la crisis de 2009 España viene sufriendo las políticas neoliberales que apoyan los sectores empresarios concentrados y que se alimentan desde las oficinas de la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional.

La autoridad con la que Rajoy habla de los “pasos correctos” se desvanece con sólo observar los acontecimientos de los últimos tiempos. Tras años de recesión en España, el crecimiento comenzó a repuntar desde 2014 y llegó al 3,2% en 2016, lo que permitió que la economía se situase por encima de los niveles precrisis. No obstante, el desempleo se encuentra cerca del 20%. Claro que es en este marco que se ha registrado una sistemática caída del costo real por trabajador. La desocupación, entonces, pareciera ser una herramienta muy útil para reducir los salarios y así incrementar la ganancia empresarial.

Además, queda claro que el crecimiento no es suficiente para mejorar las condiciones de vida si no es acompañado por políticas públicas concretas que apunten a su mejor distribución. Algo que no ocurre precisamente en España, donde según los datos brindados por la Comisión Europea la desigualdad de ingresos es una de las más elevadas del viejo continente y sigue en aumento.

Siguiendo con los modelos neoliberales, así como el crecimiento no es condición suficiente para lograr el bienestar de la población, en períodos recesivos, como el de Argentina en 2016 (el PIB cayó un 2,8%), puede haber sectores beneficiados. Por ejemplo los vinculados a los servicios públicos, o los exportadores agropecuarios. Los primeros por las descomunales subas de tarifas, en algunos casos de más del 100%; los segundos por la combinación de la fuerte devaluación cambiaria de diciembre y eliminación de retenciones que les obsequió el gobierno de Macri. En contrapartida: una caída del salario real, de las jubilaciones y aumentos en el desempleo y la pobreza.

La confluencia entre los gobiernos de Argentina y España indica una agenda común de políticas, que en el plano comercial se traducen por ejemplo en los intentos por reflotar acuerdos de libre comercio desfavorables para los pueblos, como el del Mercosur con la Unión Europea. Precisamente un momento poco oportuno para este tipo de planteos ya que la integración en el viejo continente –“brexit” mediante— está sufriendo un severo replanteo.

Tampoco está de más recordar que en España continúa el debate por más reformas al sistema de jubilaciones, la tercera ola de reformas desde 2011, que entre otras cosas ya incrementaron la edad requerida para jubilarse. Algo similar a lo que está tratando de hacer el gobierno argentino, que tímida, aunque no ingenuamente, ya comenzó a tantear a la sociedad: trató de modificar la fórmula de cálculo de la movilidad jubilatoria, que ata la variación de los haberes a variables como los salarios o la recaudación impositiva que recibe la ANSES, el organismo del Estado que administra la seguridad social.

El gobierno argentino no está solo en este intento: está siguiendo las recomendaciones que el FMI hiciera en su reciente revisión del artículo IV. Las propuestas del organismo internacional no son novedosas, en el capítulo “Ajuste Fiscal en Argentina: ¿Cómo se puede hacer?, se centra en la reducción de los subsidios a las tarifas energéticas por un 3,5% del PIB, junto con la reducción de los salarios públicos por un 2% del PIB. Nada que no haya propuesto en otros países. Además, hay otro capítulo sobre “El sistema de Pensiones y Seguridad Social Argentino: un análisis de sustentabilidad”, donde también encontramos las recurrentes recetas de aumento de la edad jubilatoria y reducción de los haberes previsionales respecto a los salarios promedio.

Lo preocupante no sólo son las recomendaciones del FMI, sino que éstas coinciden plenamente con la orientación ideológica neoliberal del gobierno de Macri y, por lo tanto, sus funcionarios se sienten más que cómodos con los programas recesivos del FMI. La sociedad argentina será la que pagará las consecuencias, a menos que encare decididamente, a través de las urnas, un rechazo rotundo a estas políticas.

Nota publicada en Nodal el 03/03/2017

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