Devaluación e impacto externo

Página/12 | Opinión

Por Carlos Heller

Ya se observa el impacto sobre las cuentas externas de la fuerte devaluación que se produjo durante el año, especialmente durante agosto y septiembre. He sostenido en varias oportunidades que esta “escapada” del dólar no era tal y que el gobierno se sentía cómodo con ella; también al FMI le resultó satisfactoria. Esta desvalorización tiene varios objetivos, entre ellos la reducción del déficit de la Cuenta Corriente del Balance de Pagos, y las cifras indican que lo va logrando, no así con la Cuenta Financiera.

La Cuenta Corriente ha reducido significativamente su déficit, de los 3853 millones de dólares en el bimestre septiembre/octubre de 2017, a un rojo de 268 millones de dólares en igual bimestre de este año. A este resultado se llega por la cuenta mercancías, que evidenció un saldo positivo importante, cuando venía arrojando déficits; por la cuenta servicios, cuyo principal ítem son los viajes al exterior, se redujeron a algo más de la mitad sus déficits mensuales, aunque aún son importantes. Y por los pagos de intereses que no han disminuido y probablemente comiencen a incrementarse a futuro.

Un menor impacto de la depreciación de nuestra moneda se evidencia en la Cuenta Financiera. Las salidas de divisas se produjeron principalmente por la inversión de portafolio, de cortísimo plazo, que de un saldo positivo de 2802 millones de dólares en el bimestre septiembre/octubre de 2017, pasó a una salida neta de 2115 millones de dólares en igual período de este año, debido a un fuerte aumento de los egresos, es decir, de las salidas de capitales.

Un dato ya comentado en los medios: se redujo, aunque no en forma significativa, el saldo neto (compras menos ventas de particulares) de la formación de activos externos del sector privado no financiero (SPNF), principalmente operaciones con dólar billete. A este resultado no se llegó por una reducción de las compras de billetes por particulares, que siguen a un elevado ritmo, sino porque aumentó la venta: ante las dificultades para financiarse, muchos agentes recurrieron a la venta de dólares para obtener efectivo en pesos.

Si analizamos lo sucedido en los primeros diez meses de este año, veremos que salieron divisas por formación de activos externos del SPNF, concepto más conocido por “fuga de capitales”, por 25.959 millones de dólares, mientras que el país recibió financiamiento del FMI en dicho período por 20.623 millones de dólares. Es lo mismo que sucedió en los noventa: el endeudamiento del gobierno (en este caso con el FMI) sirve para financiar la fuga de capitales. Es el resultado de los modelos de total apertura comercial y financiera con el exterior. Una estrategia asumida desde el primer día por la gestión macrista.

El entorno es complicado. Según un post de Christine Lagarde en el blog del FMI, “hemos tenido una buena racha de sólido crecimiento según niveles históricos, pero ahora enfrentamos un período en el que se están materializando riesgos significativos y aparecen oscuros nubarrones en el horizonte”. Las expectativas de menor crecimiento responden, según Lagarde, “en gran medida a las crecientes presiones externas y financieras sobre los mercados emergentes y a un tangible incremento de las tensiones comerciales”.

De hecho, la OCDE ha identificado como uno de los principales riesgos que enfrenta la actividad económica mundial “el endurecimiento de las condiciones financieras (que) podría acelerar la fuga de capitales de las economías emergentes y debilitar la demanda aún más”.

El BCRA aplicó una pequeña dosis de regulación al fijar un encaje para las operaciones, por las cuales los bancos extranjeros acceden a líneas financieras de sus casas matrices. Dicho encaje será de 23 por ciento para los capitales que ingresen al país por menos de 29 días, de 17 por ciento hasta 59 días, 11 por ciento hasta los tres meses y cero para los que superen el año. Esta normativa se incorporó para disminuir el incentivo a realizar “carry trade”.

En este escenario, continuar con la total movilidad de capitales y la libre flotación del tipo de cambio seguirá agregando presión sobre la economía, y podría complicar el ya pesado ajuste fiscal y monetario que el gobierno acordó con el FMI.

Nota publicada en Página/12 el 02/12/2018

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