Para tratar el tema del Club de París primero hay que entender que se trata de una deuda que la Argentina-país tiene con un grupo de países acreedores. No se trata ni de bancos, de empresas particulares, ni de bonistas sino que la deuda es con Alemania, Australia, Austria, Bélgica, Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, España, Finlandia, Francia, Irlanda, Italia Japón, Noruega, Rusia, Países Bajos, reino Unido, Suecia y Suiza. La Argentina les debe a este grupo de países unos U$6.700 millones más intereses.
La Argentina post default viene trabajando en un plan de regularizar esa situación y de bajar el nivel de endeudamiento que había llegado a niveles intolerables. Esto, por supuesto, puede darse en una coyuntura en que la macro economía lo permite gracias a un fuerte superávit comercial que genera un flujo de divisas importantes.
Hace dos años la Argentina estuvo a punto de cancelar al contado esta deuda, incluso en aquel momento la presidenta llego a anunciarlo pero inmediatamente se produjo la crisis en Estados Unidos por la caída de Lehman Brothers y aquello quedó sólo en una expectativa.
Desde ese momento y hasta la fecha ha habido una pulseada entre quienes quieren que Argentina acepte el monitoreo del Fondo Monetario Internacional para llegar a un acuerdo, y la posición Argentina de negar esa posibilidad arguyendo que no tiene intención de volver al monitoreo del Fondo.
A pesar de todos los pronósticos negativos que se pudieron leer estas semanas en los diarios, finalmente la presidenta llegó a un acuerdo con el Club de París para negociar la deuda sin la auditoría del FMI. En este sentido es una suerte que los analistas económicos que auguraban un escenario pesimista para nuestro país, otra vez se hayan equivocado.