Centrar el origen del aumento de precios en el aumento del gasto público lleva a reducir el gasto en general, pero en especial el gasto social. La idea implícita de este análisis es: “Si aumentamos el poder de compra de la población de menores ingresos, ello repercutirá en mayor demanda, en especial de alimentos, y, por lo tanto, se generarán aumentos de precios”.
De la misma forma, el argumento sirve para intentar frenar los aumentos salariales que están discutiendo los gremios, dado que dichos aumentos se irían a precios; una idea incorrecta, pero que intenta impedir el avance hacia una mejor distribución del ingreso.
Los aumentos se originan en la capacidad que tienen las grandes empresas de formar los precios, apropiándose de gran parte del mayor poder de compra de la población. En vez de producir más, incrementan los precios y sus márgenes de rentabilidad.
Por esa cuestión, el centro del debate inflacionario hay que ponerlo en los costos de las empresas (del cual los salarios son una parte menor en términos macro, relación que siempre depende del rubro) y fundamentalmente en sus ganancias.
Si no se interviene en este aspecto, y se pone un límite a la generación de ganancias, sea con controles de precios a través de los costos de las empresas, sea a través de sistemas impositivos altamente progresivos que desalienten la generación de márgenes de rentabilidad excepcionales, será muy difícil encarar una verdadera distribución del ingreso. Gran parte de ese margen excepcional debe servir para reducir los precios y remunerar adecuadamente a los trabajadores, asegurando niveles de rentabilidad aceptables para las empresas.
Resolver el problema que aqueja actualmente a la economía argentina, donde los formadores de precios se apropian del mayor poder de compra de la población, no es una tarea fácil ni unidireccional. Se requiere revitalizar un Estado que fue desarmado en los noventa y que no fue reconstruido con la fortaleza suficiente en los últimos años de bonanza, para que afiance el poder de policía que el Estado necesariamente debe ejercitar para cumplir sus funciones. Esto debe ser realizado con especial énfasis si se desea un modelo de desarrollo centrado en una mejor distribución de los ingresos.
Y para ello hay que dar una batalla ideológica, que tiene que ver con la definición de las causas de la inflación, pero que se centra en la construcción de un modelo de país más popular y solidario.
Esta nota fue publicada en Página/12 el día 02.02.2011