Considero que las medidas adoptadas por el gobierno en el mercado de divisas desde el último semestre de 2011 son positivas, ya que apuntan a ir desarmando esa cultura dolarizadora y a fortalecer el modelo instalado en el país desde el 2003.
Se trata de una cultura que está muy arraigada en una parte de la sociedad, y los medios y los economistas ortodoxos la fomentan aún más. En la gran mayoría de los países, contrariamente al nuestro, las operaciones se hacen en la moneda del país; creo que es importante ir cambiando esto, que requiere un tenaz y prolongado proceso.
La crisis de 2001 significó un avance obligado en la pesificación, mientras que la bonanza posterior hizo olvidar los deseos por el dólar hasta que estalló la crisis internacional. De hecho, ya se ha dado un paso importante en el sistema financiero: los depósitos en pesos alcanzan hoy al 85% de los depósitos totales, y los préstamos en dólares sólo se otorgan a las empresas que tienen ingresos en moneda extranjera.
Por otro lado, el mercado ilegal, habitualmente llamado mercado paralelo, negocia diariamente volúmenes que son macroeconómicamente insignificantes, ya que no superan el 2.5% al 3% de los volúmenes que se transan en el mercado oficial. Desde este punto de vista, y teniendo en cuenta que los principales equilibrios económicos están conservados, no hay razón alguna para que esa cotización se tome como válida.
Las medidas tomadas por el gobierno en torno al dólar perjudican sin dudas a los especuladores que obtenían fabulosas ganancias comprando en el mercado oficial para venderlo en el ilegal, aunque
también perjudica a todos aquellos que utilizaban el mercado de cambios para realizar operaciones ilegales.
Por el contrario, con estas medidas se beneficia la sociedad, puesto que apuntan a mejorar la sintonía fina y a fortalecer la economía, con mayor capacidad para ordenar los flujos de divisas y evitar cuellos de botella en medio de la crisis externa. Sin duda, en los primeros momentos de implementación de las medidas, es probable que algunas personas vean limitadas las operaciones que habitualmente hacían, generando cierta incomodidad y que en la medida de lo posible habría que atender. Pero con el paso del tiempo, la sociedad se irá adecuando a las nuevas medidas que deberán tener la flexibilidad necesaria para llegar lo más eficientemente posible a cumplir sus objetivos.
Respecto a la incidencia de la medida en operaciones como la compra de inmuebles o los viajes al exterior, creo que estas operaciones pueden pactarse, y es saludable que se realicen en moneda nacional. En un principio, hasta que las empresas y consumidores se informen adecuadamente de las medidas, puede haber cierto freno en las operaciones; pero a medida que transcurra el tiempo, los mercados se adecuarán. Por ejemplo, ya es habitual el pago de paquetes turísticos en pesos; a partir de ahora se generalizará y los usuarios pagarán esos consumos al tipo de cambio oficial.
Creo que es necesario informar correctamente a la ciudadanía sobre la solidez del sistema cambiario y de la economía, aún en medio de la crisis de los países centrales, que está generando un menor crecimiento del PBI, aunque esperamos que este año crezca un 4 por ciento, lo cual es un buen pronóstico.