El plan para el 2022

Ámbito Financiero | Opinión

Los resultados de las primarias mostraron que hay disconformidad en la ciudadanía y que algunas políticas precisan mayor intensidad para tener más impacto y llegar a más gente. El Gobierno acaba de presentar en el Congreso el Presupuesto 2022, y con ello quedó abierto formalmente el proceso para discutir el plan económico del próximo año y para hacer las correcciones que hagan falta.

En cuanto a los supuestos macroeconómicos, el texto proyecta para 2022 un crecimiento del PBI del 4% (respecto del 8% en 2021) y se espera que el consumo privado crezca un 4,6%, en línea con cierta recomposición real de los salarios (+4%). Se mantendrá el superávit comercial y también aumentaría la inversión. El tipo de cambio oficial cerraría en 131,1 pesos por dólar, un 30% más que el proyectado para este 2021, y la inflación rondaría el 33%.

No hay que perder de vista que se parte de una situación de doble pandemia: la provocada por el gobierno de Cambiemos y la crisis sanitaria, y ello demanda una doble recuperación, con eje en los ingresos, en la generación de trabajo y en la producción.

En el anterior presupuesto ya se partía de un supuesto clave: que en 2021 no serían necesarios nuevos desembolsos relacionados con la pandemia, salvo los gastos en vacunas. Si bien se redujo hasta el momento la emergencia sanitaria de la segunda ola y la economía se va empezando a recuperar, los impactos sociales son muy marcados. Aun así, la única variable del Presupuesto 2021 con la que no se podrá cumplir es la inflación. Ello impactó en los salarios reales, particularmente en los sectores que trabajan en la informalidad. No obstante, en los últimos meses la inflación se ha venido desacelerando. Hay que mantener el proceso de control de precios e intensificarlo en los rubros donde sea necesario, para evitar que siga afectando a los ingresos de la población.

Los objetivos estructurales del Presupuesto 2022 son: 1. Apuntalar la recuperación económica; 2. Fortalecer la recuperación del poder adquisitivo de las y los trabajadores; 3. Promover la equidad de oportunidades con eje en la reducción de brechas de género; 4. Mejorar la infraestructura y la logística —incluyendo las que generan divisas— con el objetivo de favorecer la inclusión social, digital y la competitividad de sectores económicos clave; 5. Mejorar la situación habitacional de la Argentina; 6. Promover el desarrollo científico y tecnológico y fortalecer el sistema educativo; 7. Fortalecer el sistema de salud; 8. Profundizar la política crediticia para el desarrollo productivo; 9. Favorecer la transición productiva con criterio de sustentabilidad ambiental y 10. Profundizar el proceso de estabilización macroeconómica.

Como se expresó, uno de los pilares que sobresale en el proyecto es la obra pública. La inversión de capital, en especial en infraestructura, una gran generadora de puestos de trabajo y de mejoras en la situación de las personas (como cloacas, agua, caminos), pasará a representar el 2,4% del PIB, respecto del 2,2% que había para 2021 y del 1,1% de 2019, año en que se la redujo debido al fuerte ajuste en el gasto implementado por el anterior gobierno.

Entre los supuestos que se manejan en esta ocasión, se asume que en 2022 no habrá pagos de capital al FMI, dado que se avanzará en un acuerdo con el organismo. No está de más preguntarse qué pasaría si hubiera que afrontar la parte de la hipoteca que dejó Cambiemos, pagos por unos u$s19 mil millones con el FMI, sólo en dicho año, cerca de un 4% del PBI, lo que generaría grandes recortes en los gastos sociales, de infraestructura y otros.

Es vital que haya un presupuesto expansivo y que el Estado mantenga un rol crucial. Ya habrá tiempo de discutir en el Congreso sobre ritmos e intensidades. Lo que queda claro es que la mirada sobre las políticas económicas se mantiene y que es necesario fortalecer el rumbo. Se precisa que la economía se siga recuperando y que las mejoras lleguen a todos los sectores, en especial a los más necesitados.

La oposición pretende que el gobierno se debilite, que no pueda gestionar, y así volver a tener chances de cara a las presidenciales de 2023. Con todas las autocríticas del caso, necesitamos que a la coalición oficialista le vaya bien, porque de lo contrario le va a ir mal al pueblo argentino.

Nota publicada en Ámbito Financiero el 20/09/2021

Scroll al inicio