Políticas neoliberales como denominador común

Tiempo Argentino | Opinión

Al analizar la coyuntura económico-política local se deduce que la mayoría de los temas que están presentes tienen un denominador común: tanto al gobierno de Javier Milei como al sector empresario más concentrado nacional e internacional les urge poder consolidar un modelo de país, que además se pretende instalar de manera definitiva.

Lo que está en el tablero es una economía donde todo funcione sin regulaciones, sin límites. Una economía neoliberal (aunque se la intente disfrazar de libertaria) que, ya lo hemos vivido, generaría una concentración aún mayor de la riqueza y dejaría a la gran mayoría de la ciudadanía al margen del sistema, especialmente en esta ocasión, asestando un fuerte golpe a la clase media.

Una de las premisas que dominaron la atención esta semana es el posible lanzamiento de un nuevo (mal llamado) “blanqueo de capitales”. Si bien aún no se conocen los pormenores, los funcionarios de gobierno efectuaron declaraciones que echan luz sobre el mismo. Por caso, el propio presidente manifestó que esta iniciativa permitirá a la gente disponer de sus dólares “sin que nadie te persiga. Porque nosotros no consideramos que aquellos que hayan sacado los dólares del sistema son delincuentes. Creemos que son personas que pudieron escapar de las garras del Estado”.

Por un lado, debemos dejar en claro que el término “la gente” es una generalización que no se corresponde con la realidad. Hablamos sólo de un segmento de la sociedad, que podemos considerar privilegiado y que posee dólares no declarados, por fuera del sistema. Pero además, no en todos los casos, pero en muchos de ellos, se estaría legitimando la fuga de divisas (tan necesarias para el desarrollo de la economía argentina), la evasión impositiva, además de fomentar la informalidad hasta, eventualmente, delitos más graves como la trata de personas o el narcotráfico.

La postura del gobierno nos trae reminiscencias del año 2016 cuando, al momento de anunciar el blanqueo, Mauricio Macri era presidente de la Nación y Luis Caputo secretario de Finanzas.

El entonces presidente de la Unidad de Información Financiera (UIF), destacó en ese momento que se perseguiría a los que intentaran blanquear dinero de delitos graves, mientras que “al que sólo sea evasor” no se lo investigaría. Por su parte, Macri llevó tranquilidad a sus pares del empresariado para que adhieran al blanqueo: “ya no más vamos a tener que protegernos, ni escondernos”, confesó.

Podríamos inferir que este nuevo “blanqueo” impulsado por el gobierno libertario desmerece una vez más el rol del Congreso ya que, en principio, no sería sometido a debate parlamentario y también refleja una especie de manifestación de debilidad por parte de la gestión de Milei, que se desprendería de la necesidad que aún tiene el Ejecutivo de incrementar las Reservas Internacionales para cumplir con el reciente acuerdo con el FMI. Las presiones sobre las Reservas son elevadas. En julio hay que pagar U$S 4327 millones de Bonares y Globales, más U$S 2477 millones a organismos internacionales que no son el FMI e intereses a este último por U$S 1655 millones.

Pasando al ámbito parlamentario, con el proyecto de Ficha Limpia lo que se intentó aprobar fue la exclusión política de Cristina Fernández de Kirchner, como representante y gestora de otro modelo de país. Si “Ficha Limpia” estuviera vinculado a la transparencia en la gestión estatal, entonces: ¿cómo puede, en el Congreso, una misma persona votar a favor de dicho proyecto y en contra de que se cite a declarar para que dos funcionarios de alto nivel expliquen acerca de una posible estafa en el caso $Libra? Es contradictorio por donde se lo mire.

El intento de proscripción a la persona de Cristina Fernández trata de consolidar una especie de sanción a un modelo económico. Porque durante su mandato se reestatizó YPF, Aerolíneas Argentinas, se crearon derechos trascendentales, y se materializaron otros muchos logros. Políticas económicas que el campo de la derecha y los grandes empresarios que lo apoyan no pueden digerir, porque van en contra de sus privilegios.

Los datos macro siguen sin dar motivos para festejar

Se conocieron las estadísticas oficiales de la actividad industrial. El nivel del primer trimestre de 2025, sin estacionalidad, se redujo un 2,7% con respecto al último trimestre de 2024. Todo indica que la incipiente recuperación de la que el gobierno se enorgullece no se verifica en las estadísticas oficiales. De hecho, nos encontramos ante un nivel de actividad manufacturera menor al vigente cuando asumió Milei, momento que el presidente calificó de “situación escandalosa”. Paradójicamente, a más de un año de gestión, uno de los sectores más importantes de la economía no sólo no se recuperó sino que empeoró.

La única variación positiva del primer trimestre de este año fue la interanual (+6,1%), pero hay que tener en cuenta que durante igual período de 2024 la actividad industrial se encontraba en su peor momento, exceptuando la pandemia sanitaria en 2020.

En cuanto a la construcción, otro rubro importante de la economía, especialmente por ser intensivo en mano de obra, la situación tampoco es buena. El sector se encuentra estancado: la actividad se ubica un 26% por debajo al comparar el primer trimestre de 2025 respecto a igual periodo de 2023.

Es la política y el poder real…

A modo de conclusión, el hilo conductor de las medidas que toma el Presidente, según sus propias declaraciones, hilvana las ideas de ser “el topo que destruye el Estado desde adentro”, que las políticas públicas redistributivas, y más específicamente la justicia social, son una aberración e incluso un delito, porque le sacan a unos para darles a otros.

No es sólo una cuestión de nuestro país. Estamos ante una ofensiva global de la extrema derecha que está dando una verdadera batalla cultural: hay sectores políticos y muy grandes empresarios que los sostienen, y que tienen el poder y las herramientas para imponer determinadas ideologías y muchas veces logran cristalizarlas en los gobiernos de determinados países. Una estrategia clave para ello es distorsionar la realidad, crear una nueva “posverdad”, dirigiendo y adaptando sus falsas noticias en función de los temores e inseguridades de las personas.

Llegará una instancia en la que la ciudadanía tome conciencia de la situación real, de la caída en los ingresos, la eliminación de derechos, tanto a los más vulnerables como a los jubilados, los trabajadores y trabajadoras informales, los desocupados. Pero también esa toma de conciencia llegará a los sectores medios, afectados por las políticas del Gobierno, tanto por las ya mencionadas, como por la caída del consumo, la apertura de las importaciones, la flexibilización laboral, que terminarán dañando a las actividades productivas, en especial las generadas por las pequeñas y medianas empresas, más la pérdida de puestos de trabajo que ello significará, entre otros problemas.

Especialmente, ante este año electoral en nuestro país, tenemos que trabajar para que cada vez haya más ciudadanía que crea que para avanzar hay que ir por un camino distinto al que transita el Gobierno. Ese otro camino que, con proyectos como Ficha Limpia y la destrucción de funciones esenciales del Estado, el oficialismo trata de debilitar; pero que es el sendero que traerá bienestar, derechos a la población, con soberanía política, independencia económica y, orgullosamente, avanzando con justicia social.

Nota publicada en Tiempo Argentino el 11/05/2025

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