Página/12 | Opinión
El pasado miércoles, el gobierno logró nuevas colocaciones por el 114% de los vencimientos de la deuda pública: vencían $6,7 billones y se colocaron $7,6 billones.
Previamente, el lunes, las autoridades habían dispuesto un nuevo cambio en los encajes, con una suba de 3,5 puntos para la totalidad de los depósitos. Para fomentar la demanda de títulos públicos, se permitió que este nuevo encaje, más 2 puntos adicionales sobre los depósitos a la vista, se pueda integrar con especies de la citada licitación.
Para seguir “secando la plaza” se convalidaron tasas de interés de hasta el orden del 75,7% TNA (4,8% mensual), más de 13 puntos anuales por encima de los valores de hace dos semanas.
Detrás de la tendencia alcista de las tasas está la búsqueda del gobierno de mantener controlado el tipo de cambio y la inflación, de cara a las elecciones.
Sin embargo, no se debe perder de vista un hecho más estructural, ya que gran parte de la incertidumbre está asociada a los niveles de endeudamiento público, que bien puede resumirse en la caracterización que hace el FMI en su última revisión: “sostenible en el mediano plazo pero no con una alta probabilidad”.
Desarme
En rigor, desde hace tiempo los inversores están tomando recaudos, en sintonía con la recomendación que, previo al inicio de la volatilidad de las tasas de interés con la eliminación de las Lefi, JP Morgan le hizo a sus clientes, respecto de “tomarse un respiro” y pasarse a dólares (es decir, deshacer sus posiciones en la “bicicleta financiera”), dados los desbalances de la economía argentina.
La contradicción primera radica en que la propia lógica de la liberalización y la desregulación es la que termina haciendo que estos esquemas se vuelvan frágiles. De hecho, Morgan Stanley pone el foco, entre otras cuestiones, en el déficit de cuenta corriente y en la dependencia de los ingresos de capital externo.
Siguiendo en el plano de lo contradictorio, el gobierno está recurriendo a la caja de herramientas antiinflacionarias de la “multicausalidad”, ya que, si bien recurren al endurecimiento monetario, están enfocados especialmente en el dólar y en la recesión, que ya se viene gestando y que con las altas tasas se agudizará aún más. Queda claro que tienen muy en cuenta que sólo con el superávit fiscal y el freno a la emisión monetaria no alcanza.
Deterioro
En este contexto, ya durante junio la actividad económica arrojó una caída mensual del 0,7%, la segunda baja consecutiva, tras el -0,2% registrado en mayo. La actividad industrial, por su parte, ya viene amesetada desde agosto de 2024, y con una fuerte caída en julio de este año, según proyecciones privadas.
Las restricciones monetarias implementadas seguramente llevarán a un deterioro adicional a partir del tercer trimestre, porque las altas tasas de interés afectarán el costo financiero que deberán afrontar las empresas y también el de los préstamos personales. Los efectos sobre la demanda, la producción, el empleo y los ingresos, se sentirán cada vez más.
Por su parte, los costos del endurecimiento monetario también harán mella en el frente fiscal, dado que los altos rendimientos convalidados en las licitaciones incrementan la deuda (en el caso de las letras capitalizables) y los pagos de intereses.
El jefe de Gabinete, Guillermo Francos, responsabilizó por la suba de tasas a distintos bloques opositores “empecinados” en afectar el “orden de las cuentas públicas”. Desde mi punto de vista, asignar las altas tasas a las cuestiones políticas indica no tener respuestas para explicar el fuerte aumento y la volatilidad de las mismas (incluyendo importantes oscilaciones intra diarias), y no dar la más mínima previsibilidad sobre cómo éstas seguirán en el futuro. Es lo contrario a generar incentivos para invertir y crear empleo.
El modelo actual, que el gobierno pretende profundizar, no cierra por ningún lado. No hay solución para los problemas de los argentinos y las argentinas si no se encara una política que propicie que la economía crezca, con fomento a las MiPyMEs y al mercado interno, la consiguiente creación de empleo -con derechos-, y con mecanismos que generen una mejor distribución de la renta y la riqueza.