Tiempo Argentino | Opinión
El gobierno norteamericano, por intermedio del secretario del Tesoro, Scott Bessent, dejó en claro que hará todo “lo necesario dentro de su mandato para apoyar a la Argentina (…), un aliado sistémicamente importante de Estados Unidos en América Latina”. El objetivo indisimulable de la administración Trump es que el oficialismo local tenga un buen resultado en las elecciones de octubre.
Varios hechos que se venían produciendo desde antes de los comicios bonaerenses fueron anticipando el reciente acuerdo.
Uno de ellos se registró el 14 de abril de este año, cuando Bessent, en medio de la escalada arancelaria de Donald Trump, realizó un viaje fugaz a la Argentina. Lo que trascendió formalmente en esa oportunidad, tras reunirse con el ministro de Economía, Luis Caputo, fue la reafirmación “del pleno respaldo de los Estados Unidos a las audaces reformas económicas del presidente Milei”.
A esto se sumaron las declaraciones del actual embajador de EE UU en nuestro país, Peter Lamelas, cuando rindió examen ante el Senado norteamericano. Allí dijo que uno de sus objetivos, además de “recorrer las 23 provincias para advertir que no deben avanzar con China” y asegurarse que Cristina Fernández de Kirchner “reciba la justicia que merece”, es seguir “apoyando a la presidencia de Milei durante las elecciones de mitad de mandato y hasta el próximo período”. También es preocupante su expresión: “trabajaré para que los recursos de Argentina, incluidas las tierras raras, puedan beneficiar a nuestras dos naciones”. Queda claro el interés por nuestros recursos naturales.
Teniendo en cuenta estos hechos, sostuve dos cuestiones principales. Por un lado, una sobrerreacción de los “mercados” posterior al 7 de septiembre, dando como mensaje que la situación puede “empeorar” si el oficialismo no resulta victorioso en los comicios de octubre. Por otro lado, la alta probabilidad de un acuerdo con Estados Unidos para un “salvataje”, con vistas a crear un clima electoral que permita revertir la situación que se ha instalado en el país a partir del resultado de la provincia de Buenos Aires.
En la Argentina, desde hace tiempo hay un escenario económico crítico por donde se lo mire. Hasta aquí el gobierno venía insistiendo en que una mayoría de la sociedad seguía creyendo en el proyecto que representa la gestión de La Libertad Avanza (LLA). Esta idea entró en crisis tras los comicios en territorio bonaerense. Días antes el Presidente habló de un “empate técnico” pero terminaron siendo casi 14 puntos de distancia a favor de Fuerza Patria. Ello generó una conmoción muy grande y desató el plan de emergencia anunciado, entre el gobierno argentino y el de EE UU.
La asistencia por parte del Tesoro norteamericano es, hasta el momento, solamente una declaración, lo cual no es poco para los mercados. Una vez que éstos se mostraron más “calmos”, el Secretario Bessent señaló: “he estado en contacto con numerosas empresas estadounidenses que planean realizar importantes inversiones extranjeras directas en Argentina, en múltiples sectores, en caso de un resultado electoral positivo”. También afirmó que “inmediatamente después de las elecciones, comenzaremos a trabajar con el gobierno argentino en el pago de sus principales deudas”. Una clara injerencia en el proceso electoral de nuestro país, atando la ayuda al resultado del mismo.
El objetivo de campaña de LLA es intentar hacer creer que la felicidad vendrá a partir de que en las urnas se ratifique este rumbo. Que si el oficialismo obtiene los apoyos necesarios de la ciudadanía, no habrá inconvenientes con la deuda, las empresas van a venir a invertir y habrá trabajo y prosperidad, reformas estructurales mediante.
Es conocido que, al analizar el historial de “salvatajes” financieros a la Argentina, con ninguno de ellos le fue bien a la mayoría de sus habitantes ni al país. La idea del porvenir próspero atravesó a todos los programas con el FMI (incluido el exorbitante crédito concedido a la administración de Mauricio Macri); también al Blindaje y al Megacanje durante el gobierno de Fernando de la Rúa. En todos esos casos, luego de las noticias sobre sus concreciones, los “mercados” mejoraron sus expectativas y, por lo tanto, la mayoría de sus variables, aunque la euforia duró poco tiempo. La fuga de capitales, el fuerte endeudamiento externo y la sobreviniente hipoteca financiera del país fueron los denominadores comunes.
En la actualidad, el “garante” sería el gobierno de Estados Unidos, una decisión que genera una gran preocupación por el futuro de la soberanía de nuestro país.
Atento a todas estas cuestiones, en la última reunión de la Comisión de Presupuesto y Hacienda de Diputados, pedí, junto con otros legisladores y legisladoras, que el tema sea tratado de inmediato en el Congreso, ya que no se puede debatir el proyecto de Presupuesto 2026 sin conocer qué es lo que se acordó con EE UU, dado que la discusión se transformaría en abstracta.
Retenciones cero, fugaces
Un ingreso concreto de dólares proviene de la decisión del gobierno de suspender el cobro de retenciones para granos y carnes hasta el 31 de octubre, o hasta que se liquiden U$S 7000 millones. La medida se anunció el lunes y el miércoles ya estaba cubierto el cupo de los productos agrícolas.
Como era altamente probable, las liquidaciones se concentraron en las grandes comercializadoras de granos, principalmente de capitales extranjeros. Ante esta medida, los productores de soja norteamericanos expresaron su “frustración”, pues los precios de la soja estadounidense están cayendo, la cosecha está en marcha y la administración Trump está otorgando apoyo económico a Argentina, mientras “este país reduce sus impuestos a la exportación de soja para vender 20 cargamentos de soja argentina a China en tan solo dos días”.
Frente a estas presiones, Bessent indicó en un tuit que está trabajando con el gobierno “libertario” para poner fin a dichas exenciones fiscales. Palabras que también dan una noción de que el timón de la economía estaría siendo manejado, en el mejor de los casos, de forma conjunta en el marco de la estrategia de alineamiento pleno con EE UU.
Según un comunicado de la Sociedad Rural de Rosario, “si bien públicamente se presentó como una herramienta destinada a incentivar la liquidación del sector agropecuario en su conjunto, la realidad fue distinta: El cupo se agotó en muy pocas horas, concentrándose en manos de un grupo reducido de grandes exportadores. La enorme mayoría de los productores primarios y medianos quedó al margen de este beneficio. En lugar de ser un «guiño al campo», la medida generó desequilibrios, exclusión y malestar en quienes sostienen la producción día a día”.
Finalmente, el alineamiento con Estados Unidos también se observó en el discurso de Milei en la 80ª sesión de la Asamblea General de la ONU. El presidente argentino adoptó el mismo tono crítico a la gestión del organismo y apoyó decididamente la política migratoria y comercial de Trump. Respecto de esta última, la consideró “una tarea de magnitudes titánicas que hacen al corazón del sistema económico global, porque este sistema estaba depredando el corazón industrial de su país y sumiéndolo en una crisis de deuda sin parangón”. Sería bueno que utilizara estos conceptos al gestionar la realidad de nuestro país, donde la postura sobre la deuda y la apertura importadora reflejan que se va por el camino contrario, dañando el presente y el futuro de las argentinas y los argentinos.