Página/12 | Opinión
Según el principal razonamiento oficialista, para que la economía funcione (especialmente que no haya inflación) las cuentas públicas deben estar equilibradas. Pero si así fuera, el gobierno no se hubiera abocado a mantener el dólar a raya para que no se traslade a los precios, estrategia que en las últimas dos semanas ya casi ha drenado la totalidad de las Reservas Internacionales provenientes de las divisas obtenidas por la discutida medida de “retenciones cero”.
Ante esta delicada situación, que ya se veía como insostenible, al Poder Ejecutivo sólo le quedaba confiar en el respaldo financiero que pudiera brindar el gobierno norteamericano, con el objetivo de tratar de ayudar al presidente Javier Milei a obtener un buen resultado en las elecciones.
Y la “ayuda” se materializó. En un tuit del pasado jueves, Scott Bessent, Secretario del Tesoro del país del norte, fue absolutamente claro. Luego de elogiar el programa económico argentino, expresó: “la comunidad internacional, incluyendo el FMI, está unificada detrás de Argentina y su estrategia fiscal prudente, pero solo Estados Unidos puede actuar con rapidez. Y actuará”.
Bessent continuó: “Con ese fin, hoy compramos directamente pesos argentinos. Además, hemos finalizado un marco de swap de divisas de 20 mil millones de dólares con el Banco Central de Argentina. El Tesoro de EE. UU. está preparado para tomar medidas excepcionales para proporcionar estabilidad a los mercados”. Para reforzar aún más el apoyo al actual programa económico, el Secretario del Tesoro enfatizó “su banda de tipo de cambio sigue siendo adecuada para su propósito” (sin aclarar el “propósito” al cual se refiere).
Pero los compromisos que debe enfrentar Argentina afloran claramente en el mensaje de Bessent: “el liderazgo económico ‘Estados Unidos Primero’ del presidente Donald Trump está comprometido con fortalecer a nuestros aliados que acogen el comercio justo y la inversión estadounidense”. La lectura entre líneas nos dice que ese “comercio justo” tiene que ver con las negociaciones argentinas para aceptar los requerimientos tarifarios de EEUU, en especial, la reducción de nuestros aranceles de importación de bienes procedentes del país del norte. Y la inversión estadounidense vendrá (se menciona en otro párrafo del tuit) gracias a los incentivos en nuestro país (es decir, beneficios excepcionales).
La compra de pesos argentinos por parte del Tesoro estadounidense (realizada a través de un banco internacional) no deja de ser una intromisión en las operaciones financieras y cambiarias de la Argentina, con efectos macroeconómicos.
Concesiones
Aparte de los comentarios explícitos de Bessent y otros funcionarios de la administración Trump: ¿hasta dónde llegarán las concesiones no manifestadas aún, que habría que hacer, y que el gobierno libertario, con su adhesión incondicional, realizaría sin dudar? ¿Cuánto se le tendrá que pagar, no sólo en intereses por los fondos que presten, sino en términos de concesiones en temas estratégicos? ¿Cuánta soberanía se perderá?
La cuestión geopolítica no escapa a la consideración de Bessent: “el éxito de la agenda de reformas de Argentina es de importancia sistémica, y una Argentina fuerte y estable que ayude a anclar un hemisferio occidental próspero es de interés estratégico para Estados Unidos. Su éxito debería ser una prioridad bipartidista” (en referencia al esquema político estadounidense).
Tal definición, agravada por la deuda generada por esta “ayuda”, y con los préstamos condicionados del FMI, que participó intensamente en estas negociaciones, es preocupante. ¿En qué medida se estaría limitando la posibilidad de éxito de un gobierno de otro signo político y económico que los argentinos y las argentinas decidieran elegir? Un tema que alarma. Porque ya se ha dicho desde distintos estamentos del gobierno de Trump que habrá ayuda e inversiones si continúa Milei (o un modelo neoliberal, que “no tema” seguir con el ajuste profundo) y que debe poseer apoyo parlamentario.
Acerca de la influencia en las elecciones de esta “ayuda” de la administración Trump, habrá que ver cuáles son las chances de que pueda ser efectiva, ya que a todos aquellos que atraviesan por dificultades económicas no se los convence diciéndoles que el país va a recibir un crédito o que el gobierno de Estados Unidos compra pesos.
En este marco, teniendo en cuenta que restan dos años de mandato, las elecciones de octubre son vitales para que el Parlamento le pueda poner un límite al proyecto del gobierno, que apunta a seguir desmantelando el Estado, a entregar los recursos naturales y las empresas públicas, y a profundizar la regresividad de la matriz distributiva.